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Hace varios años la crónica roja de la capital, retrataba un hecho que se conserva aún fresco en mi memoria, se trató para entonces de la muerte de un habitante de calle, que murió por inanición, y aunque este hecho parezca a simple vista normal, se descubrió posteriormente que esta persona tenía guardado en su cambuche un colchón repleto de dinero, y para la época no era una cantidad menor, sino que representaba una riqueza que le hubiese permitido vivir más que cómodamente.

Muchos en algún momento hemos conocido al avaro del barrio, un personaje dueño de algún supermercado local o de una ferretería, o estación de servicio, y seguramente recordaremos, como esta persona prefería tomar el bus antes que pagar un taxi o incluso vestir casi harapiento con ropa sucia que no se cambiaba durante semanas, es decir era una persona que prefería guardar su riqueza antes que disfrutarla. Y por supuesto, quien no recuerda el cuento de la pobre viejecita, que no tenía que comer…

Estos ejemplos vienen a mi memoria cuando contemplo la situación que vive Colombia en los últimos días, el gobierno de forma temeraria e improvisada presenta una reforma tributaria inoportuna,  a la que ya el ambiente nacional le presagiaba un camino escabroso y lleno de complicaciones, los medios difundieron borradores de lo que posiblemente traería el texto final, aumento en el IVA, nuevos gravámenes para la clase media,  IVA a servicios públicos, impuesto a las pensiones, ampliar la base de renta, etc., lo que fue creando una oleada de inconformismo que se palpaba en las conversaciones cotidianas, y que enardecían a la  opinión pública, hecho justificado o no, pero al que el gobierno  hizo de oídos sordos, y el señor ministro de forma arrogante y soberbia amparado por un presidente que concentró toda su atención en su  programa de televisión ( que nadie ve), presento el texto final al congreso en contra de todo el sentimiento nacional, lo que permitió que se  desviara la atención  de lo verdaderamente importante, que era como  obtener recursos para cubrir el gasto social que la pandemia había acrecentado y como disminuir el déficit fiscal y preservar el grado de inversión en las calificadoras de riesgo, cosa no menor que a la larga implica que tan altos serán los intereses de deuda que le cobran al país sus acreedores internacionales, lo cual en plata blanca es  determinar qué porcentaje del PIB se destina al pago de esa deuda, desviando recursos que podían ir al gasto social, todo un círculo vicioso que no es fácil de romper,  pero el señor ministro y el presidente, equivocadamente,  no tuvieron  el mínimo recato y se pasaron  por alto todos los estándares que un buen  manejo económico  debe tener, sobre todo en una coyuntura tan compleja como la que vive el mundo  y Colombia, por cuenta del covid-19, con sectores de la economía completamente quebrados, altos niveles de desempleo, con la pobreza aumentando a niveles de  hace décadas, y un entorno social de inconformismo por la falta de liderazgo. En otras palabras “dieron papaya”, y en un país como el nuestro esto implica que la oposición en cabeza de la izquierda radical convoque a marchas con la justificación de protestar contra la reforma tributaria, lo cual no es más que una fachada establecida por los sindicatos, que ya tenían una convocatoria a marchar mucho antes que la reforma estuviera siquiera en borrador, en país de ciegos, el tuerto es rey, diría mi padre.

Con el futuro de los combustibles fósiles en duda, algunas empresas de energía cuentan con un ejército oculto de comerciantes de materias primas para acudir al rescate.
 
 
Fue un momento desolador para la industria petrolera. Las empresas estadounidenses de esquisto estaban fracasando por docenas. Petrostates estaba al borde de la bancarrota. Tanto los rufianes de Texas como los príncipes kuwaitíes habían visto impotentes durante meses cómo la mercancía que era su alma caía a precios que hasta hace poco parecían impensables. Por debajo de 50 dólares el barril, luego por debajo de 40 dólares y luego por debajo de 30 dólares.
 
Pero dentro de la sede central de Londres de una de las compañías petroleras más grandes del mundo, reinaba un aire de calma. Era enero de 2016. Bob Dudley había estado al frente de BP Plc durante seis años. Debería haber tenido tantas razones para entrar en pánico como cualquiera en el resto de su industria. El estadounidense poco llamativo había estado prediciendo precios más bajos durante meses. Se estaba demostrando que tenía razón, aunque eso no era motivo para celebrar.
 
A diferencia de la mayoría de sus compañeros, Dudley no era un observador pasivo. En el corazón de BP, lejos de la extensa red de campos petrolíferos, refinerías y estaciones de servicio por las que la empresa es conocida, se encuentra una vasta unidad comercial, que combina la destreza logística de un centro de control de tráfico aéreo con el maestro de operaciones. fanfarronería del universo de un fondo de cobertura macro. Y, sin que nadie lo supiera, salvo unos pocos conocedores de la empresa, los comerciantes de BP habían detectado, en medio del colapso del precio del petróleo, una oportunidad.
 
En el transcurso de 2015, Dudley se había ganado la reputación de ser la Cassandra de la industria petrolera. Los precios del petróleo habían estado bajo presión desde que Arabia Saudita lanzó una guerra de precios contra los productores estadounidenses de esquisto un año antes. Cuando los precios del crudo comenzaron a caer, pronosticó con confianza que permanecerían " más bajos por más tiempo ". Unos meses después, fue más allá. Los precios del petróleo, dijo, debían permanecer "más bajos por más tiempo".
 
 
El 20 de enero de 2016, el precio del crudo Brent cayó a 27,10 dólares el barril, el más bajo en más de una década. Fue un nadir que se alcanzaría nuevamente solo en marzo de 2020, cuando los saudíes lanzaron otra guerra de precios, esta vez contra Rusia, justo cuando la pandemia de coronavirus minaba la demanda mundial.
 
Cuando Dudley llegó a la estación de esquí suiza de Davos para el Foro Económico Mundial el 21 de enero de 2016, la industria estaba preparada para más pesimismo y pesimismo. Con traje oscuro y corbata azul, el director ejecutivo de BP se abrió paso por las calles nevadas. Después de una reunión, un grupo de periodistas le preguntó, como de costumbre, su pronóstico de petróleo. “Los precios permanecerán bajos por más tiempo”, dijo. Esta vez, sin embargo, su ya conocido mantra vino con un truco: "Pero no para siempre".
Los habitantes de Soto Norte tuvieron que dejar de hacer actividades que han desarrollado por años.
 
Vetas, en el municipio de Soto Norte, tiene 1.319 habitantes y el 75 % de su territorio está dentro del páramo.Vetas, en el municipio de Soto Norte, tiene 1.319 habitantes y el 75 % de su territorio está dentro del páramo.A partir del martes se inician las reuniones para establecer la hoja de ruta de la nueva delimitación del páramo de Santurbán, un proceso que ha tenido a los habitantes de Soto Norte en medio de la incertidumbre de cara al futuro del desarrollo productivo de la región.El problema es que la delimitación actual, según la Corte Constitucional, no contempló en su momento, las características sociales y económicas de los 30 municipios relacionados con el ecosistema; 20 de Norte de Santander y 10 de Santander.
 
Esta es la razón por la que miles de campesinos y mineros de Soto Norte tuvieron que dejar de realizar actividades que han desarrollado por años, pues con la actual delimitación sus predios quedaron dentro del páramo, lo que implica que ese suelo solo se puede usar para conservación y contemplación.
 
Hoy piden que sus voces sean tenidas en cuenta en un debate que, según ellos, solo se ha dado desde Bogotá y Bucaramanga y no en el territorio afectado.
 
 
 
“Las personas que viven en los territorios delimitados se quedaron sin poder realizar ninguna actividad económica, sin tener de qué vivir, ellos no han recibido ni siquiera una visita y esa línea fue hace seis años, el llamado que hacemos para la nueva delimitación es que se pongan en los zapatos de la gente que ha vivido ahí por generaciones y que de un momento a otro le vienen a decir que no puede criar una gallina o tener una vaca, aquí no vivimos del aire”, resalta Holmes Valbuena, gerente del Clúster Empresarial y exalcalde de California.
Inversionistas esperan que se endurezcan reglas de exploración, producción y transporte de petróleo, lo que limitaría el suministro
 
Después de cinco días de escrutinios, Estados Unidos tiene un ganador de sus elecciones número 59. Se trata del demócrata de 77 años, Joe Biden, quien prometió construir sobre el legado que dejó Barack Obama y unir a los estadounidenses en un momento de alta polarización y con el mayor reto fiscal de la época moderna, generado por la pandemia de covid-19.
 
La victoria llegaría tras adelantar en Pensilvania al republicano Donald Trump, esto le sumó 20 votos electorales, con lo que alcanzó 284, superando el límite para llegar a la Casa Blanca.
 
Nació en Scranton, Pensilvania, pero creció en Delaware, estado del que fue seis veces senador. El ex vicepresidente en su campaña prometió ser una voz experimentada para navegar en los difíciles días de la crisis del coronavirus. En este punto, ha pedido que las pruebas sean masivas y gratuitas, al igual que una posible vacuna.
 
Pese a que, en términos de política de salud, no se esperarían grandes cambios, ya que la misma pandemia generó que este sector recibiera grandes inversiones y fuera una prioridad bajo cualquiera de los dos gobiernos, esto cambiaría si hay una decisión de la Corte Suprema contra la Affordable Care Act. Por el contrario, no se esperarían mayores cambios ya que siempre se ha opuesto a un “Medicare para todos”, a diferencia de otros demócratas.
 
Los cambios fuertes, según los analistas, se darían por ejemplo, en el lente fiscal, que, con un apoyo demócrata en el Senado, generarían una ronda de estímulo a gran escala, por cerca de US$2 billones o más, que impulsaría fundamentalmente el gasto en energía limpia, transporte y vivienda. Por el contrario el paquete de estímulo fiscal republicano que solo sería de US$500.000 millones o menos.
 
Según un análisis de BlackRock, “también puede generar impuestos más altos para las empresas y los más ricos. Sin embargo, la victoria de Biden con un Senado controlado por los republicanos probablemente conducirá a mucho menos estímulo fiscal, poca inversión pública y ningún cambio fiscal importante. La diferencia neta en el gasto entre los dos escenarios es de varios puntos porcentuales del PIB anuales durante varios años”.
 
Didier Saint-Georges, managing director y miembro del Comité de Inversiones Estratégicas de Carmignac, agregó que “es probable que el mercado tenga que seguir enfrentándose al mismo panorama complejo: un delicado equilibrio entre un crecimiento desafiado por el impacto económico de gestionar los riesgos del covid-19, cierto grado de estímulo fiscal, el apoyo imperativo de la política de los bancos centrales y la esperanza de que una vacuna esté disponible en algún momento del año próximo”.
 
Sobre la política comercial y exterior, se espera un retorno a políticas más predecibles, lo que beneficiaría a los activos de los mercados emergentes. Además, habría un impulso de la renta variable en estos mismos mercados. En este punto, los inversionistas también contarían con un dólar más débil.
 
Ahora, sobre la rivalidad comercial con China, no se manejaría la misma política y los analistas señalan que se mantendría la situación actual en sectores como tecnología, comercio e inversión, ya que hay un apoyo de los dos partidos para que el país tenga una posición más competitiva frente al gigante asiático.
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